México podría lograr su objetivo de reemplazar la mitad de sus necesidades de importación con maíz no modificado genéticamente, pero tendría dificultades para cumplir con la fecha límite de una controvertida prohibición y podría sufrir un episodio de nueva inflación para su cultivo básico clave, dijeron expertos.

El país, que compra del exterior alrededor de 17 millones de toneladas de maíz en su mayoría genéticamente modificado (GM) de Estados Unidos, tiene que cumplir con un decreto presidencial que eliminaría gradualmente el maíz transgénico y el herbicida glifosato para el 31 de enero de 2024.

Los partidarios de la prohibición dicen que las semillas GM pueden contaminar las antiguas variedades nativas de México, y durante años se han librado batallas legales en los tribunales estadounidenses que alegan que los herbicidas a base de glifosato causan cáncer.

Ante presiones estadounidenses y amenazas de una disputa en virtud del acuerdo comercial entre Estados Unidos, Canadá y México (TMEC), el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, anunció en noviembre que las importaciones de maíz amarillo transgénico para alimentación animal aún estarían permitidas, en espera de un permiso anual del regulador sanitario, Cofepris.

Sin embargo, funcionarios mexicanos no han dicho cuánto maíz amarillo transgénico seguirán comprando y si el plan para reducir drásticamente las importaciones sigue en pie.

El subsecretario de Agricultura, Víctor Suárez, dijo a Reuters en octubre que México, uno de los principales compradores de maíz estadounidense, está en camino de reducir a la mitad sus importaciones de maíz en 2024.

Compensaría la diferencia aumentando la producción nacional y buscando acuerdos con agricultores estadounidenses, argentinos o brasileños para el maíz no transgénico, afirmó.

Reuters entrevistó a expertos del sector, comerciantes y agricultores sobre los desafíos de asegurar un suministro de maíz no transgénico lo suficientemente grande para las necesidades de importación de México, y a tiempo para su decreto de 2024.

Según la Asociación Nacional de Productores de Maíz (NCGA, por sus siglas en inglés), más del 90% del maíz que se cultiva en Estados Unidos, la principal fuente de este producto en México, está modificado genéticamente.

INCENTIVOFINANCIERO

Ken Dallmier, director ejecutivo de Clarkson Grain, un proveedor estadounidense de granos orgánicos y no transgénicos, dijo que si bien actualmente no hay suficiente oferta de cultivos no transgénicos en Estados Unidos para México, podría haberla si la nación latinoamericana actúa rápido.

“Todavía hay tiempo para que las fuerzas del mercado afecten el suministro y la logística para satisfacer las necesidades y el deseo de México, pero esa ventana se está cerrando rápidamente”, aseguró.

La creciente tensión comercial se produce cuando la demanda mundial de cereales y semillas oleaginosas es fuerte y los suministros son escasos, después de que el conflicto en Ucrania interrumpió las exportaciones de cereales de la región del Mar Negro y la sequía generalizada obstaculizó los cultivos en las llanuras de Estados Unidos.

Pero para los agricultores que buscan un nuevo mercado potencialmente lucrativo, el precio puede ser un poderoso motivador. Dallmier estimó que México tendría que pagar una prima de hasta 20% para que a los agricultores estadounidenses les merezca la pena cultivar maíz no transgénico, un aumento que podría impulsar la inflación mexicana.

Aun así, el incentivo financiero podría no ser suficiente para convencer a los agricultores estadounidenses de cambiar sus métodos de producción, dijo Andy Jobman, presidente de la Asociación de Productores de Maíz de Nebraska.

Cambiar a cultivos no transgénicos implica usar más pesticidas y más labranza para controlar las malezas, lo que eventualmente conduce a la erosión del suelo, dijo.

“Esto es como pasar de usar electricidad a volver a usar velas en términos de tecnología”, añadió.

La Secretaría de Agricultura mexicana no respondió a una solicitud de comentarios.

UN CAMBIOPOCOREALISTA

Si México esperara hasta octubre de 2024, podría ser más realista asegurar su suministro en la cosecha estadounidense de ese año, de acuerdo con Ben Scholl, presidente del comprador de granos Osterbur and Associates.

Sin embargo, México tendrá dificultades para hacer tratos directamente con los agricultores y, en cambio, necesitaría socios confiables a través de los principales comerciantes de productos básicos como Cargill y Archer-Daniels-Midland para lograr el cambio, dijo.

“Lleva mucho tiempo ganarse esa relación y esa confianza”, agregó.

Según un comerciante de una empresa líder en el mercado que habló bajo condición de anonimato, es poco realista esperar que los agricultores de Estados Unidos, o proveedores importantes alternativos como Argentina y Brasil, hagan el cambio necesario.

Es difícil cuantificar cuánto maíz no transgénico se produce en Estados Unidos y el Departamento de Agricultura estadounidense no rastrea esos datos, dijo Michael Langemeier, economista agrícola de la Universidad de Purdue.

En teoría, hay suficientes tierras de cultivo en Estados Unidos que producen algún tipo de maíz no biotecnológico para satisfacer la demanda de importación actual de México, de acuerdo con un análisis de Reuters de los datos del Departamento de Agricultura estadounidense (USDA, por sus siglas en inglés).

“Ciertamente, la superficie está ahí”, afirmó Kellee James, directora ejecutiva de Mercaris, un proveedor de datos de materias primas. “Se trata de organizarse y enviar señales claras con anticipación”.

Los agricultores estadounidenses plantaron y cosecharon alrededor de 5.7 millones de acres de maíz no biotecnológico para grano en 2022, aproximadamente un 7% del total de acres de maíz del país, según los datos más recientes del USDA.

México importó un total de 17.3 millones de toneladas desde julio de 2021 hasta junio de 2022, con 16.9 millones provenientes de Estados Unidos, de acuerdo con datos comerciales. Para producir ese volumen de maíz se necesitarían alrededor de 3.9 millones de acres, si cada acre produjera el último rendimiento promedio de maíz de alrededor de 172 bushels por acre cosechado, según datos del USDA.

El volumen restante con destino a México provino de Brasil, Argentina y la Unión Europea, dijo la economista Miriam Morath del Consejo Internacional de Granos.

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